En 1935 muere el dictador Gómez y el sucesor, General Eleazar López Contreras
(1936-1941, en la fotografía), inicia un período de mayor apertura política y transformación.
Prevalece la idea de que el ingreso
petrolero se debe transformar en inversión. La tesis, sugerida por el Dr. Arturo Uslar Pietri, es que el petróleo es un capital natural y que su extracción
descapitaliza al país, a no ser que sea empleado en inversiones reproductivas
(Asdrúbal Baptista y Bernard Mommer, 1992). Ya en 1928 se habían creado el Banco Agrícola y Pecuario y el Banco Obrero para conceder créditos a diversos sectores
económicos. Se supone que el auge económico se transmitirá a toda la población,
mejorando automáticamente su nivel económico y cultural. Por otra parte, produciría una economía desarrollada y autosostenida al acabarse la
renta producida por el petróleo, al cual
se lo supone de corta duración. En otras palabras, la distribución de la
renta a los actores empresariales se veía como esencial para el desarrollo
económico y social. En este trabajo se llamará distribucionismo
económico a esta forma de reparto.
Es importante hacer notar que esta tesis implica una distribución desigual de la riqueza,
pues la inversión privada requiere ganancias altas (superiores a su consumo)
para las personas que van a invertir. Es claro que aún una distribución inicial
igualitaria de esa renta resultaría, al cabo de un cierto tiempo, en una
riqueza desigual, por la dinámica de la economía basada en la iniciativa
privada, la cual agudiza las diferencias iniciales en riqueza, información y
ahorro (Lester Thurow, 1975). En Venezuela, el rentismo se instala ya sobre un régimen
de propiedad privada con grandes desigualdades y favorece a los más ricos.
Cuando, por otra parte, se declara que el recurso que origina la renta pertenece a toda la población, aparece
una contradicción que siempre ha tenido su expresión política en la sociedad
venezolana (Domingo, Fargier, Mora, Rojas y Tonella, 1994).
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